sábado, junio 22, 2013

VERBOTEN ( prohibido )- Relato-

Verboten. ( prohibido)
Relato

Este relato es propiedad de Conchita Ferrando de la Lama
Publicado en Surcando Ediciona Word Press
Ilustración propiedad de Paloma Muñoz


Fue difícil saber porqué aquel joven alemán, alto, rubio y fuerte, se había convertido en un apasionado fan del rocanrol de los años 60.

Igualmente difícil imaginar que ese mismo muchacho, pocos años después, cuando todo parecía indicar que elegiría para su futuro la música rock o el deporte de competición, desaparecería de nuestro entorno de amigos, enviado a Alemania para estudiar y convertirse en Ingeniero Nuclear… pero es que todo en la historia de nuestro amigo Jens era así de especial, contradictorio, e incluso bastante misterioso.


Nos conocimos en la infancia, casi adolescencia, con 11 años. Todos los veranos los pasábamos en un bonito pueblo de la sierra de Madrid.
Sus padres tenían allí un chalet de estilo alpino que llamaría la atención de cualquiera si no fuera porque quedaba semioculto tras un pequeño bosque de abetos de su jardín.
Como éramos casi niños, nuestros primeros contactos fueron cuando jugábamos en una zona abandonada, intrincada, semisalvaje, de difícil acceso que separaba los chalets de la colonia de veraneo del resto del pueblo.
Formábamos un grupo de amigos veraneantes que año tras año pasábamos allí las vacaciones, deseando que llegase el verano para jugar juntos y vivir “excitantes aventuras” en esa zona relativamente cercana a nuestras casas, pero tan diferente que permitía imaginar que todo podía ocurrir allí, entre aquella vegetación tupida, descuidada, con enramadas que se entrecruzaban entre senderos intransitables, con zarzas y arbustos recrecidos, que parecía un laberinto donde apenas el sol traspasaba el túnel de vegetación, donde la emoción era el riesgo de extraviarse, el de posibles picaduras de escorpiones y otros bichos, pero eso era lo que lo hacía tan atractivo para nosotros.
Nos reuníamos entre 10 o 12 amigos, que fuimos creciendo desde los 10 años hasta los 18, transformándonos de niños en adolescentes. Allí nos llamaban cariñosamente, “la pandilla de los biberones”.
Jens era el mayor, con poca diferencia. Tenía otros tres hermanos, pero eran todavía pequeños para venir en el grupo y solo uno de ellos, Klaus, se nos uniría años después.
Jens era alto, rubio, de ojos azul muy intenso, serio y de pocas palabras. Tenía una bien ganada fama de “soso” y cuando nos fuimos haciendo mayores y comenzaron nuestras primeras reuniones caseras, en las terrazas o jardines de las casas de unos y otros, para aprender a bailar, le pusimos el mote de “el pararrayos”, por su estilo tan teutónico que solo era capaz de defenderse con el vals.


Hasta que un día llegó aquella ola imparable a nuestro país, llamada ROCK AND ROLL.


Nuestro amigo pareció despertar de su letargo musical y se convirtió, en solo tres meses, en un auténtico entendido y fan de aquella revolución musical, sobre todo en su versión menos dura y más melódica, llegó a dominar los estilos, biografías y discografía de los grandes ídolos, empezando por Elvis hasta Freddy y Los Diamonds.
Su carácter se hizo más accesible y menos hermético. Se unía a todas las excursiones del grupo; era amable y protocolariamente educado con las chicas; nos sacaba de apuros cuando, en alguna excursión, alguna se quedaba enganchada entre las zarzas y espinos de nuestro pasadizo salvaje, al que llamábamos “el bosque del miedo”, donde seguíamos buscando aventuras y no se sabe qué tesoros fruto de nuestra desbocada imaginación, deseosa de emociones, a la espera de que alguna fiera terrible surgiese de allí el día menos pensado.
Pero… había algo que no había cambiado en absoluto en esos años: El misterio que rodeaba su casa, aquel precioso chalet alpino semejante a un “nido de águilas” al que nunca éramos invitados por sus padres, procedentes de Alemania, donde la guerra había dejado una dramática huella, como país hundido, dividido y en ruinas, que nunca doblegó su orgullo ante los vencedores.


Sus padres eran un misterio para nosotros. Nunca supimos en qué bando estuvieron y tampoco las circunstancias de su venida a España ni el motivo.
Nunca salían a pasear por el pueblo, ni se relacionaban con los otros veraneantes. Eran tan serios y herméticos como Jens….
Alguien comentaba que el padre había sido piloto de las fuerzas aéreas en Alemania, y otros que había tenido una importante industria allí… pero nada era seguro.
Era inútil tratar de sondear a Jens ni a su hermano Klaus, que se unió a nuestro grupo unos años después.
Entre nosotros nos inventábamos toda clase de historias imaginarias sobre la familia de Jens: Persecuciones, huídas a veces con los nazis detrás, otras como oficial de las SS, otras como espía amenazado y buscando refugio lejos de su país…Todo sin datos fiables, solo influidos por el misterio de aquellos padres que se mantenían siempre aislados, sin buscar amistades entre los demás veraneantes, desde hacía años, sin que nunca nadie fuese invitado a aquel precioso “nido de águilas” estilo alpino.
Jens fue ganando puntos con su afición apasionada por el rock, y se fue implicando en esa nueva filosofía de vida que llegaba con esa música fuerte y vibrante.
A los 16 años le regalaron una guitarra y eso le hizo feliz totalmente. Ahora podía tocar y emular a sus ídolos del rock.
Se convirtió en la cara opuesta de lo que siempre había sido. Ahora “el pararrayos” era el ídolo de todas las niñas veraneantes.
En los guateques que se organizaban en casa de los amigos del grupo y de otros grupos que se habían unido al nuestro, Jens era la estrella indiscutible, adorado por sus fans, que ya eran muchas.
Lo curioso era que nunca solía bailar aquel ritmo vibrante que a todos nos enloquecía, a pesar de que él era capaz de dominarlo e incluso recrear con su guitarra versiones propias. Se quedaba siempre un poco distante, rasgueando su guitarra, cantando, casi en trance para sí mismo… o para quien él eligiese.
En su grupo de siempre, más bien pequeño, le podíamos encontrar siempre cercano, feliz, con una sonrisa que casi nadie más podía ver. Incluso las chicas del grupo tuvimos la suerte de que nos dedicase alguna de sus composiciones de rock con nuestro nombre.
Se estaba convirtiendo en un compositor selectivo y eso le hacía aún más atractivo.
Al verle allí, tan cercano, tan gentil, en alguna ocasión intentamos que se abriese y nos hablase de su origen, de su familia, de su país…
Entonces todo cambiaba. Se ponía muy serio, cogía su guitarra y le arrancaba las notas más emotivas y sentidas que nunca habíamos escuchado, cantando con su voz “teutónica” la célebre canción de Elvis Verboten (prohibido). Era casi un lamento, rasgado en un rock lento y profundo.


Ilustración de Paloma Muñoz

Al oírla, todavía, pasados tantos años, se nos viene a la memoria aquel tiempo de adolescentes y aquel “bosque del miedo” que cruzábamos, como en un camino iniciático, todos cogidos de la mano para no desorientarnos ni extraviarnos, con la sensación del paso por lo desconocido, entre aquellas ramas que crecían impidiéndonos el paso, con zarzas que nos arañaban brazos, piernas y caras, pero siempre sin soltarnos de la mano.
En varias ocasiones nos sorprendieron tormentas, de esas tan propias de la sierra, con gran aparato eléctrico de truenos y rayos. Si nos encontrábamos a medio camino de ese bosque, no había otro remedio que seguir hasta la salida, pues había la misma distancia en ambas direcciones.
Una vez cayó un rayo tan cerca que nos tiró al suelo. El peligro era real y “el bosque del miedo” nos lo recordaba en cada momento.
En una ocasión en que se desencadenó una de esas terroríficas tormentas, Jens nos fue guiando por un atajo que él conocía, que llegaba hasta una pradera al final del pueblo, pero una vez que llegamos a ese punto, al descubierto, nos mandaba que siguiésemos solos, muy deprisa, hacia nuestras casas, pues pensábamos todos que como era tan alto, “el pararrayos” atraería alguna “chispa” de la tormenta y moriríamos todos si íbamos junto a él.
Nunca supimos si aquello era científico, pero él nos mandaba alejarnos y aguardaba a que estuviésemos a salvo, en aquella zona de de vegetación silvestre, donde nadie sabía lo que podía pasar.
Aquellos veranos vimos caer muchos rayos muy cerca, incuso hasta acostumbrarnos y perderles el pánico que nos daban, pero siempre imaginábamos la figura alta, rígida, erguida de nuestro amigo “el pararrayos”.
Era tan contradictorio, con aquella figura y, sin embargo, con esa voz tan comunicativa y arrolladora cuando cantaba, cien por cien roquero, que todos dimos por seguro que su futuro estaría en esa música, y que llegaría, como él deseaba, a emular al gran Elvis, en Estados Unidos, cuando fuese allí a estudiar como él pensaba.
Difícil imaginar entonces que un verano Jens no estaría, como siempre, en nuestro pueblecito de la sierra.
Su hermano Klaus se encargó de confirmar que lo habían enviado sus padres a Alemania a estudiar Ingeniería Nuclear.
¡Nos quedamos de piedra!

¿Y su amor por el rock?Klaus zanjó la cuestión y todas nuestras extrañezas e interrogantes diciendo:

¡Verboten!

"Era lo decidido desde siempre.”

Siempre esperamos saber algo de nuestro amigo “el pararrayos” superestrella del rock, pero no logramos saber de él.
Tal vez, en los viajes espaciales que tanto revolucionaron al mundo…. sonaría música de rock para los astronautas.. Tal vez, solo tal vez, compuesta para ellos por nuestro amigo Jens,el ingeniero nuclear rokero, tal y como compuso algunas de esas canciones especialmente para nosotras, sus amigas del grupo del “bosque del miedo”.
Al fin y al cabo, el espacio también es un “bosque del miedo”, y la música de rock un buen modo de relajar ese miedo y ver las estrellas como algo tan hermoso como nuestras reuniones de juventud oyendo a nuestro rokero tocar sus composiciones, a pesar de las tormentas, los truenos y los rayos…. Pero eso sigue siendo Verboten para nosotros.



Relato original de Conchita Ferrando de la Lama
(Asociación Nacional de Escritores)
Jaloque Creaciones





2 comentarios:

JALOQUE dijo...

Este relato recibió 22 Comentarios en su publicación en Surcando Ediciona Word Press. Puedes verlos si entras alli.

JALOQUE dijo...

Este relato recibió en su publicacion en Surcando Ediciona Word Press 59 visitas que lo valoraron altamente.
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http://surcandoediciona.wordpress.com/2013/04/01/verboten/

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Jaloque